Un día, hace unos pocos meses, decidimos con un grupo de locos amigos subir a las buses de transporte púbico en Lima con la única intención de pedir a los pasajeros que nos regalen sus sonrisas más sinceras. Y encontramos que la mayoría de ellos tenían dificultad para hacerlo. Algunas personas tenían el ceño fruncido, otras estaban distraídas, otras enojadas, otras pretendían dormir y otras se mostraban curiosas. Permanecíamos unos minutos diciéndoles todo lo que se nos ocurría acerca de lo hermoso y saludable que es sonreír, en especial a los extraños, y nos marchábamos, no sin antes pedirles que nos escribieran en una pequeñas hojas de papel que pensaban acerca de lo que acabábamos de hacer y obtener comentarios maravillosos que nos decían cuán hambrientas de sonrisas estaban esas personas. En dos ocasiones, dos de ellas, una jovencita y una mujer mayor, se apearon del bus para acompañarnos.
La sonrisa es el sol que ahuyenta el invierno del rostro humano (Víctor Hugo). Es mucho más que una expresión facial formada al flexionar los músculos cerca de los extremos de la boca, y alrededor de los ojos. Sólo existe en los seres humanos y es la expresión que refleja placer, bienestar y dicha. La sonrisa no solo cambia la expresión de la cara, sino que también hace que el cerebro produzca endorfinas que reducen el dolor físico y emocional y proveen una sensación de bienestar. En suma, la sonrisa inspira profundos sentimientos de amor, alegría y felicidad, y es por eso que tiene un impacto muy grande en nuestra vida, amor propio, éxito profesional y laboral y relaciones familiares y con el sexo opuesto. Ella refleja nuestro estado de salud física, mental y espiritual.
Pero, si es así y preguntamos, ¿por qué entonces muchas veces se nos hace tan difícil sonreír? La respuesta más común –que casi siempre nos damos a nosotros mismo en soledad- es: porque no tengo motivo o porque estoy ocupado (en mi trabajo, en mis pensamientos, en mis preocupaciones, etc.). Estas respuestas, sin embargo, que parecen tan triviales, contienen un significado muy profundo y están estrechamente ligadas a nuestra auto-imagen, auto-concepto y auto-estima y muestra un alma quebrantada o desairada, tal vez sólo temporalmente, pero quebrantada o desatendida.
Estudios médicos han concluido que uno de los factores más importantes en la recuperación de los pacientes es la autoestima elevada, es decir, esa la alegría de vivir cada día al máximo y que se refleja en un alma radiante y esa maravillosa sonrisa que transforma a las personas tanto física como emocionalmente, en seres saludables y fuentes de amor y de alegría.
Y eso ocurre porque los seres humanos somos un todo, carne, mente y espíritu, un todo integrado cuya felicidad depende del esmero que ponemos en cuidarlos. No en vano se ha puesto muy de moda la llamada medicina holística que parte de la creencia de que el ser humano es un todo energético compuesto por una parte espiritual, una mental y una física.
En el Blog de la Sonrisa deseamos crear una comunidad informal de amigos, lectores, expertos de la salud y la mente, entrenadores para la vida, el espíritu, basada en eso mismo: sonrisas auténticas y sinceras… aquellas que nacen del fondo del alma y transforman rostros y vidas.
Mira la foto que acompaña este escrito. El fotógrafo la tituló: Sonrisas en la pobreza. Si ellos pueden, ¿por qué no nosotros?
¿Estás dispuesto (a) también a compartir y regalarnos la tuya?
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